La prensa del Rioja, dedica su entrevista a nuestra enóloga de Rioja, Emma Villajos y a su vino Valdelacierva Garnacha.
Sostiene su autora que hace tiempo, cuando se empezaban a poner de moda las garnachas, principalmente del Priorato o de la zona de Calatayud, ella se cuestionó dónde se encontraban las mejores garnachas de Rioja. La respuesta fue acompañada de viajes a Briñas, Rioja Alavesa o Tudelilla en la búsqueda de esa uva perfecta para elaborar el Valdelacierva Garnacha. Fue uno de los viticultores de la Bodega quien le indicó que su mujer tenía una hectárea de garnachas en Tudelilla y que eran excepcionales. Le acompañó a la finca La Pedriza y Emma se quedó enamorada de lo que aparecía a su vista: “un campo de piedra, donde no asomaba la tierra, cepas de más de 85 años…”. En 2015 recogieron, en la bodega, 2.100 kilos de uvas y elaboraron 1.500 litros. Lo testaron con diferentes catadores para finalmente ofrecer al mercado el Valdelacierva Garnacha que aúna terroir, microclima, cepas a 600 metros de altitud con rendimiento bajo, y que tras el buen trato que reciben las uvas en su recogida y elaboración ofrece un vino color rojo picota con tonalidad violácea brillante, que tiene un pase por boca elegante y sabroso, con un recorrido delicado y largo.
Emma Villajos Barja nos recuerda cómo vivió en Alcázar hasta los 10 años antes de mudarse a Madrid y como ahora, La Rioja, es la ciudad que le ha dado tantas satisfacciones y una vida plena a nivel profesional y personal. Si bien el mundo del vino, al que se dedicaba su padre y toda su familia de Quintanar, “nunca me había llamado especialmente la atención”. Viviendo en Madrid hizo la carrera de Ingeniero agrónomo “porque me gustaba el campo, la agricultura, la viticultura” y al finalizar sus estudios comenzó a trabajar en temas relacionados con fincas, catastros y planos pero “tras año y medio me di cuenta de que eso no era para mí. No era mi sitio”. Ese mismo verano decidí comenzar el Máster en Viticultura y Enología en Madrid y fue el comienzo de mi aventura en el mundo del vino. “Fue la primera vez que caté el vino valorando sus cualidades organolépticas y tras un año lleno de aprendizaje, de colaboraciones de asesoramiento en bodegas descubrí que había iniciado mi viaje al mundo del vino”.
Mientras cursaba el Máster, empezó a trabajar de becaria en Rueda, y dos años después simultaneó el trabajo con el de una bodega de Ribera del Duero, para desde el año 2007 y tras un aprendizaje que califica de “brutal”, asumir la responsabilidad técnica de la bodega de Rioja del grupo HispanoBodegas haciéndose cargo de las elaboraciones de Bodegas Valdelacierva.
- Usted quiso dedicarse al mundo del vino por…
– Ahora que estoy dentro de este mundo estoy convencida que era algo que estaba escrito en mi destino. Es de esas profesiones que tienen poesía, pasión y se puede disfrutar, compartir con tus amigos y hacer que uno más uno no sean dos, sino veinte. El vino nos hace vivir momentos únicos y la pasión que siento elaborando vinos no se llama trabajo, se llama: devoción.
- ¿Cómo definiría al buen enólogo?
– Sólo con una palabra: Respeto. A la uva, al viticultor que hace un buen trabajo en el campo y luego nos ayuda a poder transmitir los elemento primogénicos de la tierra a la botella de vino … No concibo un buen vino sin tener el máximo respeto a esa uva interviniendo lo mínimo posible y elaborando de la forma más natural y con la dosis justa de buenas técnicas elaboradoras.
- ¿Se paga la uva como merece?
Eterna pregunta que el mercado responde con una sencilla respuesta: oferta y demanda y que yo lo tengo claro, lo bueno hay que pagarlo pero no sólo a nivel de materia prima sino también, una vez transformada. El equilibrio en la balanza es lo que nos puede ayudar a todos a tener buenos vinos a buenos precios en el mercado y lo mejor de todo, a disfrutarlos.
- La palabra que menos le gusta del diccionario del vino…
Vino corriente, porque considero que todos los vinos tienen algo. Hay que buscar en cada vino el porqué de que el producto sea así.
En materia de vino, ¿es de gustos clásicos o modernos?
Si tengo que decantarme dentro de la definición de dos estilos, entiendo que estoy más cerca de los vinos modernos, entendidos estos como esos vinos que siempre expresan más la fruta y las características de la uva. En los vinos modernos, además, encuentro esa tipicidad varietal que siempre busco y que quizás en vinos de corte más clásico, donde está más presente la madera, me cuesta más. Aunque hablar de gustos es acotar la “tipicidad” y a mí me gustan los vinos con personalidad, los que tienen ADN, los que respetando las características de la zona tienen su propio estilo y son diferentes. Esa es la filosofía que intento trasmitir cuando elaboro mis Valdelacierva.
- ¿De qué vinos guarda mejores recuerdos?
De muchos y además siempre los relaciono con momentos en los que he disfrutado y he compartido.
- ¿Qué hay detrás de una copa de vino?
Mucho trabajo, cariño, pasión, dedicación y mucha complicidad de todo el equipo de la bodega y la viticultura. En el vino se unen muchos eslabones que se expresan al servirlo en una copa.
- ¿Todo el vino está en la tierra?
En la tierra está el 70 % pero está claro que hay que hacer un trabajo en la bodega.
- ¿El vino marida bien con todo?
Sí, da igual que sea por contrates como por armonía, hay que saber equilibrar y potenciar el vino con la gastronomía. Hay alimentos complicados como los espárragos y las alcachofas, pero se puede encontrar un buen maridaje.
- ¿Por quién brindaría con una copa de vino?
Por mucha gente que me ayuda y que me ha ayudado a llegar donde estoy pero principalmente, por mi familia, mis hijos, mi marido, mis padres… Al final el tiempo que le dedico al vino es gracias al respaldo que tengo de todos ellos. Soy lo que soy, gracias a ellos.