La elaboración de vinos rosados se puede hacer partiendo de uvas tintas o de una mezcla de blancas y tintas. En general se conoce por su color y se define como: vino obtenido de la fermentación del mosto procedente de la mezcla de uvas tintas y blancas, que una vez despalilladas y suavemente molturadas permanecen durante varias horas en contacto con los hollejos que les aportan el color y aromas característicos”.
Se podría decir que es un tipo intermedio entre el vino blanco y el vino tinto. El color del vino es aquí una característica fundamental que se obtiene prolongando durante varias horas el contacto entre el mosto y hollejos (pieles de uva). Del vino blanco tiene la constitución general, su ligereza, su afrutado y una cierta analogía en las técnicas de vinificación.
Una vez obtenido el color idóneo se extrae el mosto, separándolo de las pieles de uva. La fermentación se realiza en depósitos distintos con control estricto de la temperatura, al igual que en los vinos blancos. Tanto en blancos como en rosados es importante extraer sus características frutales, por ello es preciso que la fermentación se realice a una temperatura adecuada, no superior a 20ºC.