Se acabó la espera
No ha sido un ciclo fácil: heladas en primavera, tormentas en junio, amenazas de gota fría… pero esperar tiene su recompensa porque hemos tenido dos semanas mágicas de temperaturas agradables durante el día y frescas por la noche y la sabia naturaleza nos presenta a nuestra Garnacha de Tudelilla, plena, con buen grado, extraordinaria y lista para llegar a la bodega y convertirse en vino. Ha llegado el momento. Es 15 octubre y madrugamos para estar como cada mañana de vendimia en Tudelilla en la viña a las 7.45.
¡Familia, empieza la vendimia!
Todavía de noche, empezando a amanecer, llega la cuadrilla de vendimiadores en las furgonetas. Son ocho, pero a ellos se une el equipo femenino de Valdelacierva (Julia, Lucia, Allende y Emma) además de Fernando y José Luis (Cuchara), el viticultor. Somos parte del equipo que todo el año trabaja nuestra finca más especial y, con la emoción de cortar racimos en Montepedriza, se nos pasa el tiempo volando. Seguimos extremando las medidas y marcando las distancias antiCovid. Nuestro equipo es lo primero.
Por fin, la uva llega a bodega
De 8 a 10 y con una temperatura de 9ºC se vendimia manual toda la finca: siete cajones que volverán en un camión refrigerado (donde permanecerán 24 horas) para no perder propiedades de aroma y evitar oxidaciones. Cuando la uva llega a la mesa de selección, se desgrana con selección de grano entero y se elabora en tinas de madera de 700 litros. El 20 de octubre el mosto-vino está encubado y cocinándose a fuego lento con los bazuqueos manuales de José y Sergio, que no descuidan las tinas hasta que llegue el momento del descube.